3.7.09

Los Hijos de Nuestros Hijos

Los Hijos de Nuestros Hijos - Clifford D. Simak - Ediciones Martínez Roca, Buenos Aires, 1976 - Título original: Our children's children, año 1974. Traducción: Horacio González Trejo.



Resumen: La acción comienza (más o menos hacia 1975) de un modo enigmático: en el jardín de una casa de campo en Estados Unidos se abre la que parece ser (y en cierto modo, es) la boca de un túnel del cual comienzan a salir, lenta y tranquilamente, decenas, cientos, miles de personas. Estas personas son seres humanos de aspecto normal, sólo que con ropas extrañas y un modo también extraño de hablar.

Pronto se sabe que túneles similares se han abierto por todo el mundo y que los que salen de ellos son refugiados del futuro. A fines del siglo XXV la Tierra será invadida por alienígenas feroces, extremadamente inteligentes y crueles, con un aspecto que recuerda la cruza entre un jabalí y un pulpo, y que usan a nuestro planeta como coto de caza. Incapaces de resistirlos, los humanos del siglo XXV deciden evacuar todo el planeta (unas dos mil millones de personas) y, como por suerte han descubierto el modo de viajar en el tiempo (aunque sólo hacia el pasado), deciden irse al siglo XX.

Hay en este punto de la historia una idea que me suena a un mensaje militarista nada disimulado: uno de los voceros de los refugiados le explica al presidente de EE.UU. que ellos, en el siglo XXV, habían logrado vivir en paz y armonía, que ya no tenían armas y habían olvidado lo que era la violencia, y que es por eso que no pudieron enfrentarse a los invasores. De hecho, un invasor logra cruzar por el túnel del tiempo y no puede enfrentarse a las armas del ejército, por lo que huye.

Se sabe también que estos refugiados no tienen la intención de quedarse definitivamente en el siglo XX, sino que para ellos es sólo un lugar de paso en el camino hacia su verdadero objetivo: su intención es instalarse en la Tierra en el año veinte millones antes de Cristo. Su paso por el siglo XX es sólo para pedir ayuda con algunas cuestiones técnicas que necesitan resolver antes de llegar a su lugar (o tiempo) de destino.

Todo esto se nos va revelando en pequeños capítulos que muestran siempre una acción, o un diálogo, puntual. Los capítulos son breves (el más breve tiene menos de una página, el más largo apenas llega a diez) y la acción desde que comienza hasta que termina abarca no más de una semana.

En contraste con la trama, que involucra la población de dos mundos y abarca literalmente millones de años, los lectores sólo "vemos" lo que ocurre durante unos pocos días de los alrededores de 1975 en algunos sitios específicos de Estados Unidos (especialmente en el despacho del presidente de ese país).

Tal vez la novela no está mal, pero no he podido dejar de sentir que le falta "algo", que es demasiado tranquila. Todo es demasiado suave y desapasionado. Miles de millones de personas huyen de su planeta perseguidos por depredadores feroces e inteligentes, pero lo hacen caminando tranquilamente, y a los que les toca cruzar en último lugar los túneles del tiempo lo aceptan sin insinuar protesta. Esos miles de millones llegan a un planeta ya superpoblado y hambriento, pero el presidente de EE.UU. dice "son los hijos de nuestros hijos, debemos ayudarlos" y nadie chista. La protesta más radicalizada y violenta consiste en mostrar unos carteles frente a la Casa Blanca. Hasta una historia de amor que por allí aparece (un amor clandestino, pero entre dos personas solteras, el vocero presidencial y su secretaria) es anodina y carece de toda pasión. Y el único corrupto de toda la novela será burlado por el presidente (quien hasta se sentirá culpable por ello). Son todos demasiado amables, demasiado tranquilos, demasiado organizados, demasiado desinteresados. No parecen humanos.

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